sábado, 11 de diciembre de 2010

No hablo de esa tristeza a la que se recure con tanta facilidad como se la olvida. No hablo de esa tristeza por no haberte podido comprar algún capricho. Incluso tampoco de esa que puedas sentir cuando discutes con tu familia, tu pareja o tus amigos. Ni de esa por no tocarte la lotería o incluso no poder llegar a fin de mes.  Hablo de la TRISTEZA en mayúsculas, esa hija de puta, que ya es tan tuya  como lo es el aire que respiras, el agua que bebes, la luz que ven tus ojos, el frio que siente tu alma y el dolor que te atormenta tu razón. De esa tristeza hablo, de la que te ha comido el alma e incluso tu ilusión.


By Manuel Henestrosa.