Sería tan difícil hacerte entender que por la sencilla razón de ser como eres, de vivir como vives, de haber pasado y sobre todo haber hecho todo lo que has hecho, ¿crees merecer o tener el derecho a abandonarlo todo?... ¿Principalmente a ti?, te equivocas, en esta ocasión no tienes la razón y mucho menos el derecho. Aunque sabemos los dos que hay cosas que no merecen la pena, que nos derrotan, que nos agobian y sobre todo que nos hacen perder la esperanza, la ilusión de vivir, de luchar para poder ser un poco felices… sólo un poco. Tú, realmente lo mereces. Pero hay que ganárselo… preguntaras, ¿aún más? Nunca es suficiente y mucho menos para este fin.
Me gustaría dejar de dar vueltas para no llegar a ningún sitio. Me gustaría tener la fuerza suficiente para ser sincero. Me gustaría dejar de escucharos a todos dentro de mi cabeza. No quiero nada, pero tampoco quiero sufrir por ti, ni por nadie más. Quiero vivir mi vida. Vivirla por mí y para mí. No quiero más tu dolor, ni tu pena, ni tu angustia, ni tus noches sin dormir, ni esa amargura que te come por dentro porque no la quieres compartir, ni tan siquiera dejarla ver. Di de una vez que sientes, que es lo que te mata, que es lo que no te perdonas. Yo no puedo luchar por ti. Soy un guerrero, pero para otras guerras. Esta batalla está perdida desde mucho antes de comenzarla. Siento tu debilidad, tu miedo, se huele en cada palabra, en cada gesto, en cada palpitar de tu corazón.
Libérate de lo que te amarra al suelo, de lo que no deja volar, habla con Dios, pero no le supliques, sólo habla con Él. Intenta con tu mente que tu alma abandone tu cuerpo y viaja en el tiempo, mírate… ¿no eres tan mala, verdad?
No esperes de nadie, lo que tú no estarías dispuesta hacer por ti.
Todo es tan fácil como poder sentir, cerrar los ojos y dormir.
(Manuel Henestrosa)
Foto: Manuel Henestrosa.