No contemplo la posibilidad de retirarme del campo de batalla, ni de entregar mis armas, ni tan siquiera de una rendición honrosa, con condiciones o sin ellas. Quiero continuar luchando hasta mi último aliento, dejar aquí la última gota de mi sangre, mis pobres esperas, mis más bellos sueños y mis terribles pesadillas. Así que puedes coger tus buenas intenciones, tus piadosas propuestas de paz y marcharte al puto infierno, que allí, ya te estaré esperando yo… para seguir odiándote, para seguir amándote. Sin volver a tenerte entre mis brazos, sin escuchar tu voz, ni sentir tus manos, ni poder secar tus lágrimas, ni escuchar tu risa, ni tus lamentos, como tu tampoco puedes escuchar los míos, ni mi jodido arrepentimiento, no escuchas como maldigo el no poder volver atrás en el tiempo, como suplico por saber de ti…de volver a ti… no contemplo la posibilidad de retirarme del campo de batalla, hasta que la muerte venga a besar mi boca con sus fríos labios… ni entonces podre decirte adiós. Todo terminará ahí y quizás entonces… todo comenzara de nuevo.
No me olvides… no te olvido.
Manuel Henestrosa de Antillón.
Foto: Manuel Henestrosa de Antillón.