miércoles, 5 de enero de 2011

Del libro: Donde el corazón te lleve.

Hace tiempo leí en un periódico que, según las últimas teorías, el amor no nace del corazón, sino de la nariz. Cuando dos personas se encuentran y se gustan empiezan a enviarse unas pequeñas hormonas cuyo nombre no recuerdo; esas hormonas entran por la nariz para subir hasta el cerebro y allí, en algún secreto meandro, desatan la tempestad del amor. En otras palabras, concluía el artículo, los sentimientos no son otra cosa que invisibles hedores. ¡Que tontería  tan absurda! Quien  ha experimentado el amor verdadero en su existencia, el amor grande y sin palabras, sabe que esta clase de afirmaciones no son otra cosa que el enésimo golpe bajo para enviar hacia el exilio al corazón. Ciertamente, el olor de la persona amada provoca grandes turbaciones. Pero para provocarlas antes tiene que haber habido otra cosa, alguna cosa que, estoy seguro, es muy distinto de un sencillo hedor.

               (Susanna Tamaro).
                                          Foto: Manuel Henestrosa.

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