jueves, 3 de febrero de 2011

EL MANUSCRITO CARMESI.

                                 Foto: Manuel Henestrosa.

Quizás las características de un milagro sean precisamente esas: El exceso y la innecesariedad;  como si fuese un además o un lujo de la naturaleza, para que se distinga sin el menor titubeo la intervención de lo sobrenatural. No obstante, yo aborrezco los milagros que llevan la contraria a la evidencia, o incluso a la razón; no los que son suprarracionales, y consisten en un mayor despliegue de las facultades o potencias ya de la naturaleza ya del hombre, sino los que son irracionales, o peor, antirracionales. Imponer al hombre el arrodillamiento sin un porqué, me parece abusivo: un Dios que actuara así no sería respetable. Es lo que me sucede con el dogma cristiano que nos separa más: el de la Trinidad. Para mí es una pobre forma humana de pintar una teratología, una monstruosidad. La divinidad no tiene por qué ser explicada, pero tampoco tiene por qué ser inexplicable. Por supuesto, que somos obra de ella. Nos excede, pero no nos tacha…
                (Antonio Gala)

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